sábado, 18 de abril de 2009

Retrato de la Estación Lanús

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A contramano por Pavón, se hacen carne mis fantasmas (un reloj, dos muñecas jujú y un falso pergamino atiborrado por indescifrables jeroglíficos), en tanto entono “el payaso plin plin” en jeringoso. Siento que pesan mis piernas, cuando en verdad es el suelo que está muy liviano. Sigo el paso y noto que aun conservo el sueño de cagar a palazos a un caddie disfrazado de Superhijitus; aunque la idea de hacer que ella bese la tierra mojada pese tanto como jugar a la ruleta rusa con el tambor repleto. Sonrío por mis paisajes imaginarios y recibo a cambio una muralla de frescos del medioevo.
Tal es el camino que, en las sinuosas danzas del caminante en las multitudes, se graban plutónicas figuras en el aire peligrando mi estabilidad. La pictórica marquesina semestral ofusca y corona al horizonte con una criatura del averno. Las quinientas setenta y tres cabezas manando como fango de los trenes, muriendo, dentro de sus zapatos, por vivir los cinco minutos venideros. Las quinceañeras, eternas, infinitamente estúpidas haciendo del paseo una carrera de obstáculos.
Cuatro columnas más y, al menos por hoy, no voy a ser más parte de esto.

Antigua Estación Lanús (Año 1910)

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Soliloquió Sanrod.

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