lunes, 4 de enero de 2010

De un tirón.

-¿Me entendés?- dijo López buscando una salida sin derramamiento de sangre.
- Sí, perfectamente, Federico. El problema no es que no te entienda, lo que pasa es que no quiero entenderte. Tengo que empezar a pensar en mí.- le dijo su mujer mientras tomaba sus últimas pertenencias del mueble henchido de humedad que simulaba ser un armario. –Me voy, Federico.

López la vio, inmutable, partir indefectiblemente de su vida mientras alargaba la mano para encontrar los cerillos. Encendió un cigarrillo.
Empezar de nuevo no sonaba tan bien ¿Qué mujer iba a querer a un cuarentón, desgarbado y pobre?
El pucho se quemaba entre sus dedos mientras su imaginación volaba lejos del cuarto que alquilaba en La Boca, lejos de su trabajo mal pagado y su, el pensaba así, ingrata ex mujer.
Recordó el principio de su decadencia, de su infelicidad y desgracia. recordó haberla conocido. ese pensamiento le causó una convulsión muy parecida a la risa que una vez tuvo. Celeste era una mujer hermosa para los que no la amaban y una diosa capaz de fulminar a sus amantes con solo una mirada de soslayo malintencionada. vivía en Retiro y soñaba con llegar a Hollywood. she's got the looks hubiera dicho cualquier gringo pero nunca se dio la oportunidad de arriesgar. y la que no arriesga conoce a López.
No es que Federico López sea un mal hombre; es fiel, honesto, bondadoso... pero un poco atado a sus limitaciones. limitaciones que existen solo en la cabeza del pobre cristo que las desee. Y Cristo, Buda, Alá o alguno de esos íconos tan bastardeados por sus propios creyentes dijo "vosotros creeis que todo tiene un límite y es por eso que estáis tan limitados". López era así, Celeste, Chela, chelita se volvió de esa manera.

Cantaba tangos tristes mientras encendía otro cigarrillo más y decidió dar una vuelta. salió a la intemperie del frío invernal. Los porteños nunca se acostumbran al frío porque el calor acecha en cada tarde... no le pareció que ese pensamiento lo lleve a algo pero comenzaba a pensar que la vida no es un camino ¿entonces si lo que somos es todo menos conducentes cómo nuestros pensamientos van a serlo?
La puta que lo parió. las heces se amoldaron a su zapato de cuero destruido por los años y el uso. decidió encargarse de eso más tarde, lo que ahora importaba era caminar, y caminar bien lejos. se cruzó una señora que probablemente conocía, le hizo un ademán el cual lopez contestó con una mirada poco amigable. lo que menos necesitaba era una vieja chusma contándole los últimos cuentitos de aventuras de sus vecinos. llegó a la avenida Brasil y Paseo Colón, se adentró en la plaza. eran apenas las cinco y media pero las luces del día empezaban a desvanecerse dándole paso a la noche. Decidió que antes de incursionar en el verde paraje debería pasar por un almacén a comprar una buena (y barata) botella de agua ardiente. para el frío del corazón y de su tiritante cuerpo.
divisó, justo entre una gomería y un baldío, un pequeño quiosco y encaró directo hacia allá. La oscuridad ya se había apropiado de la calle. el pasto crecido del baldío se mecía en una danza macabra que lo atraía. no sabía porque. quizá era la horrible sensación de soledad o tal vez ese gemido ¿qué era eso? comenzó a acercarse cautelosamente sin tener idea de lo que lo esperaba en ese lugar tan indómito para una ciudad, tierra de nadie.
una cabeza asomaba entre el verde. una cabeza con el pelo más negro que López haya visto nunca, una cara blanca salpicando cristales de lágrimas y esos ojos. Esos ojos que lo miraron con miedo, con odio, con desesperación.
quien era esta mujer el sabía muy bien. El amor que una vez sintió fue reemplazado con odio, la pasión seguía ahí en su cuerpo.




Toc, toc. La puerta, alguien estaba esperando del otro lado del umbral. López, que nunca había dormido tan bien se acercó a la mirilla y abrió la puerta, sin pensar más que en el húmedo sueño que había tenido la noche anterior.
-Sr. López, buenos días, soy el oficial Bazzo- dijo el hombre uniformado quien se había quitado la gorra mientras hablaba- uno nunca se acostumbra a dar estas noticias... pero vengo a informarle que hayamos a su mujer, fue asesinada anoche.
Federico López, cuarentón y desgarbado comenzó a ensancharse, a crecer, a explotar y su ser todo se tradujo en una inmensa y monstruosa risa. y siguió riendo de esa manera hasta llegar a la comisaría, hasta después del interrogatorio. Hasta que su corazón ya no pudo más.



Ninguneó Rabbit.

2 comentarios:

MSR dijo...

La primera impresión que tuve: ¡qué exagerado!
La segunda fue: no, en verdad, no es nada exagerado. Es sólo una cruda ilustración que reduce los hechos a sus partes básicas con una monstruosidad sublime.
La tercera fue: debería volver a leerlo, pero no tengo ganas. Además ya le imprimí una mirada.

Ahora que pienso, Juan y vos saben tanto de la vida en pareja que me asustan un poco. Será que yo, que estuve más tiempo enlodazado con una mujer, me mantuve siempre al margen o que ustedes les gustaba más atestiguar que protagonizar?

No lo se, pero los quiero un poquito y... BASTA DE BORRACHERAS MELANCÓLICAS. Prefiero que Manu Chao sea embajador de tu felicidad y un laxante natural para mí.

Serpiente auto-exigente roja.

MSR dijo...

Ahh... no se si quedó claro, pero pienso que el texto estuvo más que logrado.