sábado, 19 de septiembre de 2009

Carta a un amigo en Capilla del Monte

Buenos Aires, 19 de Septiembre de 2009
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"… I like too many things and get all confused and hung-up running from
one falling star to another till I drop. This is the night, what it does to you.
I had nothing to offer anybody except my own confusion."
Jack Kerouac
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¿Qué hacés, hermano? Acá las cosas están más que bien. Vos me entendés, así se estila decir en las grandes ciudades cuando todo está para la mierda. Sólo que esa expresión alude, en guisa un tanto oscura, a la constancia. Sería, más o menos, como decir “está todo como siempre, está todo como el orto”; pero también sabrás comprender que, viviendo en este agujero, uno no puede –o no quiere- desarraigarse de ciertas costumbres por más estúpidas que resulten. Podría ahorrarme el paso de hacer una vaga traducción de las muletillas que empleo, valiéndome de determinadas aclaraciones a continuación de éstas, pero de esa manera estas líneas no serían más que eso: sólo líneas. Las muletillas le dan el “aire” argentino (que debe permanecer intacto), aunque las aclaraciones se lo quitan… se las quedan mirando como diciendo “no pueden ser más que lo que son”. Qué paradoja hablar de “aire argentino”… ¿alguna vez nos sentimos argentinos?
Si dejo de ser facilista, conformista y extravagante, pierdo ese olor a puerto que despiden mis fauces. Si empiezo a ser oblicuo, contestatario y sencillo, gano en amor. De todas formas, no voy a dejar ni empezar a ser, porque ya soy… esto es lo que piden, esto es lo que les doy: mi persona y mi sombra. Mi persona, a todo el mundo. Mi sombra... a unos pocos.
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Lanús quedó como la dejaste: ese pozo infecundo, ese turbio escenario donde se desplaza la masa inerte sin dejar huella. Hace poco que te fuiste, pero ya deben haber levantado unos diez o quince edificios más… ¡esos hijos de puta están sepultando los barrios con sus torres! Antes no se sentía la transición entre Valentín Alsina y la Estación, hoy salgo de casa en remera pero con un pulóver en mano, porque se que cuando baje del bondi me voy a cagar tanto de frío como si estuviera en Balvanera. Iberlucea fue calle de quinceañeras, pero ahora se la denomina “Las Lanusitas” (obviamente, pretenden emular a la zona más paquete de Lomas). Creéme, más que asco, da bronca. No se puede estar tranquilo… ¡hasta el sentido de pertenencia nos quitaron!
Ruego al universo que te hayas llevado la fotografía del Viejo Lanús. A este paso, no me sorprendería que encierren en jaulas a los personajes autóctonos –tales como Hugo, Puchito, Travolta, el Hombre-huevo y otros tantos más- para exhibirlos en esas ferias berreta que brinda cada tanto la Municipalidad. El Jefe es para mí lo que un oso panda es para los japoneses. Me da gusto verlo, cuando lo cruzo, porque es una excelente persona, pero a la vez me produce una angustia tremenda porque lleva consigo la insignia del barrio (barrio que ya no existe).
Y si, me cansé de escuchar tantas boludeces: “es impresionante como está creciendo Lanús”. Pero ¿de qué crecimiento hablan? Lanús creció en número, pero por lo demás cada vez está peor. Me contentaría con que no vengan más “extranjeros” y que el crecimiento sea cosa individual. En definitiva, otra de mis utopías…
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Estoy comiendo un cigarrillo tras otro, mientras escucho a Tom Waits (que va a hacer que reviente mi corazón), el moco es que en el breve intervalo entre tema y tema se alza el rumor de una música colombiana que se siente como un dedo en el culo ¡Tom Waits! Creo que te hablé de él hasta el hartazgo… es mi nuevo Jesús. Me recuerda a esas noches en “el bar de Beba” -el último bar- donde jugábamos a analizar (casi con rigor científico) el cuadro y la droga en particular bajo la que estaban sumidos los clientes. Eramos unos enfermos encantadores cuando prestábamos nuestra oreja a esos enternecedores cocainómanos que mangueaban puchos a mansalva, como si se hubieran escapado de un neuropsiquiátrico ¡Cómo reíamos cuando se rascaban la nariz y miraban a los costados como comadrejas! Los porreros eran todos “rollingas” que hacían señas extrañas, danzas rituales y patéticas teatralizaciones de las canciones vacías que escupía la rocola. Las mujeres, la mayor parte a mediohacer, eran como un collage de resacas de domingo a la espera de un poco de diversión... Todo un acontecimiento era encontrar una mujer entera en esa cervecería ¡Por todos los santos! ¿Qué mierda hacíamos en ese antro? Era un barsucho de mala muerte, atestado de amanecidos, minas servidas en bandeja y, ahí detrás, la misteriosa simpatía de Beba y su eterna sonrisa. Creo que nos gustaba ver la otras caras de la noche, lo que no conocíamos, ser parte por momentos de lo ajeno. Supongo que, inconscientemente, nos encerrábamos en las muertes de las noches porque era (el bar de Beba) escenario de magníficas charlas filosóficas: crecimos mucho ahí dentro.
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Me estoy yendo de mi centro, te escribía para saber cómo estabas y terminé haciendo un terrible tango con todo lo que se perdió. Me resulta gracioso el hecho de que cuando estabas a diez minutos de mi casa, quizá pasábamos meses sin siquiera telefonearnos. Ahora, que hace sólo un par de semanas que te fuiste, estamos como unas "carmelitas descalzas" recordándonos cuánto nos queremos y las tantas ganas que tenemos de vernos. Pero, bueno, es un escollo de la distancia: los medios de comunicación cada vez son menos humanos (de paso, te recomiendo que leas “El asesino” de Ray Bradbury, está en "Las doradas manzanas del sol", te va a encantar). Cara a cara –o como se dice ahora por estos pagos: Face to face- podemos valernos de otras demostraciones, no intencionales, implícitas accidentalmente.
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Ya te conté como anda mi vida personal: estoy siguiendo una rutina que aterra; no por ser rutina, sino porque sea justo yo el que la siga. Sólo me quedó atragantado esto de ilustrarte el nuevo paisaje con mis armas (las palabras). Lo hago para darte fuerzas desde acá, para que te quedes tranquilo, para que te convenzas sobre tu elección de vida. Fue la decisión más acertada que podrías haber tomado. Como ya te dije, podría ser egoísta y garabatear un dibujo para que sigamos yirando por ahí, pero es un capítulo que cerró: cumplió su ciclo. Vos estás bien en tu nuevo lugar, que no importa sí es permanente o de paso. Me llena de orgullo que hayas tenido los huevos para tomarte el palo solo a hacer vida de montañés... ¡ni por capricho lo haría! Tenés que disfrutarlo.
Me voy despidiendo, porque tengo otras cosas que hacer y, además, no va a faltar oportunidad de volver a escribirnos. Este verano nos estaremos viendo, seguramente voy con el Jefe para allá.
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Un fuerte abrazo,
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Sanrod.

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PD: Abro la carta con un fragmento del libro “On the road” (En el camino) que no puede describir de mejor manera el estado en el que me encuentro. Pertenece al capítulo cuarto de la segunda parte. Se que te llevás como el culo con el inglés, así que me atrevo a traducirlo: “Me gustan demasiadas cosas y me confundo y altero corriendo detrás de una estrella fugaz a otra hasta que caigo. Así es la noche, lo que te produce. No tengo nada que ofrecer a nadie excepto mi propia confusión.”

1 comentario:

A 11 cm del amor líquido dijo...

Me pareció lo mejor que escribiste hasta ahora chabon. Brindo por esa búsqueda interior, por esa persecución interna y por la cristalización de eso mediante la escritura. También porque hay un desarrollo más extenso(lo q permite que las lineas puedan articular una idea y no sean solo un simple esbozo de algo o funcionen solo como disparadores)
Por ultimo, t jugaste a escribir lo q sentis, lo cual no es facil.
Abrazo.

Juan.