viernes, 3 de diciembre de 2010

Historia de Amor. Capitulo Primero: El encuentro tan esperado

No es lo que aparenta. Es lo que María dijo de él. Lo único que pudo esbozar antes de que su voz, como su cuerpo, se quiebre como un árbol viejo. El pañuelo que sostenía su mano comenzó a deslizarse rozando sus dedos para acabar, finalmente, en el suelo de cerámica de la cocina. El clima era ensordecedor, el calor agobiante que emanaba del horno hacía que el clima gélido del exterior sucumbiera en un infierno donde el mismo diablo hacía su aparición. María confiaba en que ese ser que se hacía llamar su marido no lo era. Solo un traje de carne que algún demonio travieso usaba para hacer de cada uno de sus días más miserable que el anterior.

Jordan era del Líbano, había nacido allí y sus primeros años de vida fueron estrictamente libaneses, pero por obra del azar y de su madre (que era natural de Argentina) terminó su vida en América del Sur. No en Río de Janeiro, no en Santa Rosa sino en Buenos Aires.

Se conocieron en Jean Jaures esquina Corrientes, María, que estaba buscando trabajo, gano la poco peculiar costumbre de caminar con la vista dirigida al suelo, en busca de alguna moneda o – por qué no- billete extraviado en el mar porteño. Jordan perseguía el sueño de poseer un bulín donde tras arduo trabajo conseguiría algunas mujeres con el simple motivo de hacerlas sus putas y con ello ganar muchísimo dinero. Claro que todavía no tenía ningún contacto en la comisaría, claro que todavía no tenía ni para el primer mes de alquiler. Pero se conformaba con el sueño y con su trabajo: venta de joyas, bijou, marihuana y cocaína.

María era del Paraguay se había embarcado en una cruzada internacional en la búsqueda de una mejor vida. Había arreglado el traslado con un muchacho moreno, alto y bastante callado en la triple frontera, pero el buen hombre, evidentemente buscaba otro tipo de resarcimiento, más allá de los treinta y dos millones setecientos treinta y tres mil doscientos veinticuatro guaraníes que María le pago por el servicio de inmigraciones y transporte, ya que optó por violarla, quitarle los documentos, trasladarla a Posadas y hacerla mantener relaciones sexuales y chupar penes por dos pesos el polvo.

A María no le fue nada fácil escapar; le costó un año de su vida, la vida de un hombre y un poco menos que medio diente pero logró huir relativamente sin complicaciones. Otro año más le costó llegar a Capital Federal donde por fin, si dios quiere y la virgen santísima también, encontraría su destino.

María y Jordan se conocieron, como fue expresado anteriormente, en Jean Jaures y Corrientes. María buscando dinero, Jordan vendiendo su mercadería. Sus vidas se cruzaron en el momento justo en que los dos avistaron una pequeña moneda cuyo valor nominal de un peso la hacía más valiosa que todas las demás, por supuesto. Los dos se acercaron, agacharon y tomaron la moneda con una sincronía tal que sus movimientos, para un espectador atento, podrían haber parecido coreográficos. Luego de las obvias disputas que acarrean la necesidad de dinero mezcladas con la subjetividad inherente en los sujetos llegaron a un acuerdo; irían al kiosco más cercano, pedirían cambio y se llevarían la mitad del botín cada uno. El acuerdo les pareció lo más lógico y civilizado que dos personas envueltas en una disputa acarreada por la necesidad de dinero y, vamos, siendo ambos sujetos, podían hacer.

Una vez en el kiosco y ya teniendo sus respectivas mitades, sus ojos se cruzaron por casualidad y en una escena dignísima de la película más asquerosamente pegajosa de Hollywood decidieron invertir su preciado peso en un alfajor el cual compartieron sentados en la vereda, frente al Abasto.

Así fue la primer salida de María y Jordan. El resto se fue dando de una manera tan natural que ninguno de los dos pareció percatarse de los graves problemas psicológicos de su compañero.


Rabbit, de

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